El oro de Esparta

En el año 1800, mientras cruzaba los Alpes con sus tropas, Napoleón realizó un hallazgo asombroso: un tesoro persa perdido hacía siglos. Incapaz de transportarlo, dibujó en doce botellas de vino un enigmático mapa. Cuando Napoleón murió, lo hizo también su último secreto, pues la curiosa bodega se dispersó por el mundo.

Sam y Reimi Fargo, dueños de la fundación Fargo, están rastreando tesoros en Maryland. Lo que hallan en el fondo de un pantano no es lo que esperaban: un pequeño submarino de la segunda guerra mundial. En su interior hay una extraña botella, quizá pertenezca a la mítica reserva personal de Napoleón. Fascinados por el descubrimiento, querrán buscar el resto de la colección.

Pero Hadeon Bondaruk, un oscuro millonario mitad ruso mitad persa, también anda tras la pista de las botellas. Él sabe que son la antesala de una presa mayor, el legendario tesoro de Jerjes, el conquistador que desafió a Esparta en la batalla de las Termópilas. Está convencido de que el tesoro le pertenece a él por derecho de herencia y nada ni nadie debe interponerse en su camino.

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Opinión:

Siendo el primer libro que me leo de cualquiera de los dos autores que han participado en la producción de esta obra, me ha gustado bastante.

No es el tipo de libro que me habría leído por mi mismo (puesto que este me lo regalaron), ya que no me atraen ni la portada ni el título, como ya me pasó con Memorias de Idhún que acabó siendo mi trilogía favorita.

Los cambios constantes de escenario me han gustado bastante, además de esos puntos de historia que tiene, sobre todo, de Napoleón.

El equipo de «los Fargo» me ha encantado. La pareja que vive las aventuras, Selma y su equipo que son los que decodifican los archivos codificados y organizan los viajes de Sam y Remi Fargo y, por supuesto, los contactos de los protas, gracias a los cuales consiguen información, protección y demás… allí donde vayan.

Una novela muy recomendable, llena de acción y aventura.